You need a break {David Dallas}

Chequeó su reloj de pulsera por cuarta vez esa mañana, solo para calcular cuanto tiempo le llevaría el llegar hasta los terrenos del castillo, o para ser aún más precisa, al Campo de Quidditch. Al ser bastante temprano (Apenas las cinco y quince de la madrugada) era de esperarse que nadie utilizase la biblioteca, por lo que en eso no habría ni un solo inconveniente si la dejaba sola por unas cuantas horas.

Sonriendo relajada por esto, tomó su varita y se acomodó su bufanda alrededor de su cuello. La mañana estaba muy fresca, y muy pocos debían de encontrarse despiertos. Mary Margaret sabía que uno de ellos era su querido David, pues él a veces aprovechaba estas horas para entrenar un rato a pesar de que el horario laboral de ambos empezase horas después. Esperaba no equivocarse hoy y encontrarle en el campo, para así quizás simplemente poder estar un rato con él, disfrutar de su compañía antes de volver al trabajo.
Salió del castillo y apresuró el paso cuando estuvo en los terrenos, disfrutando de la fresca brisa que coloreaba sus mejillas de un tenue color carmesí por el frío. Le gustaba este clima, mucho más que el verano, es por eso que no se quejaba del invierno u otoño.

Decidió no darle más vueltas al asunto y salió de la biblioteca, dejándola cerrada pero sin magia. Caminó tranquilamente por los pasillos y esperó que las escaleras se reagruparan para descender por estas. Era extraño que Hogwarts estuviese tan silencioso, pero era de esperarse por la hora, y por ser día viernes. La mayoría de los alumnos dormía lo máximo que podía, sin contar los que tenían horas libres.
Llegó al campo luego de un rato y comenzó a buscar a David con la mirada, avanzando tranquilamente, pero no le veía aún.

Era temprano, apenas las 5 de la mañana. Lo bueno de ser profesor de vuelo era que ese cargo era el menos cansado de todos. Solo dabas clases a los dos primeros cursos y algún que otro alumno de cursos posteriores que aun no habían cogido la técnica.

Amaba mi trabajo, me gustaba enseñar y sobre todo recordar viejos tiempos cuando yo había sido alumno de este colegio de magia años atrás. Recordaba mis momentos con el equipo de Quidditch y a la vez echaba de menos aquello. Esa noche decidí salir con tiempo de la sala de profesores y poner en practica los entrenamientos para el quidditch que tendría lugar hoy a la tarde.

Me dirigí al campo y allí, sin tiempo que perder, cogí mi escoba y surque los cielos con ella recordando aquellos tiempos de estudiante. Volar era un pasatiempo que si lo amabas tanto como yo, hacia que las horas pasaran rápidas. Desde lo alto pude ver como una cabellera morena que tanto conocía apareció por el campo.

Mientras avanzaba con tranquilidad, metió sus manos en los bolsillos de su túnica. Quizás había aparecido muy temprano ese día y por eso no se encontraba con David, o bien él tuvo algún contratiempo y estaba en otro lugar. Sin contar con el gran detalle de que Mary no le dijo que iría a verle.
Frunció el ceño por este detalle pues ahora que lo pensaba bien, debió de preguntarle si se encontraba desocupado o algo similar, pero ya no era tiempo de recriminarse demasiado, ella ya se encontraba en el Campo y si no le veía luego de media hora, simplemente lo buscaría en otro lugar, o le enviaría una lechuza.

Luego de unos cuantos minutos de caminar, se detuvo y decidió mirar hacia el cielo al no verle caminando o entre las gradas. Y esta fue la mejor decisión pues cuando su vista se posó hacia el sur, le vio montado sobre su escoba.
Una sonrisa surcó sus labios de inmediato mientras alzaba una de sus manos para saludarle y llamar su atención.
Aprovechando que no había nadie más que ellos en el Campo, gritó lo suficientemente alto como para que le escuchase, pero sin llegar a ser escandalosa:
— ¿Tiene idea de lo guapo que se ve de esa forma profesor? — Cuestionó con algo de diversión.

Mi dulce Blanca había acudido a los campos de Quidditch intuyendo que me encontraría allí. Blanca siempre acercaba en cuanto a intuición se refería. Pasados unos minutos y al no hallarme por allí decidió alzar la mirada y encontrar lo que ella buscaba. Me había detenido simplemente en el aire, estaba sentado en mi escoba mirando hacia ella.
-No tan bella como se ve usted señorita Ravenscroft
Siempre tendíamos a encontrarnos a estas horas, cuando nadie nos molestaría y a tan solo unas horas de comenzar las clases. Por suerte mi asignatura me permitía tener mas tiempo libre de lo deseado y siempre que no había partido que divisar hacia una escapadita a la biblioteca para verla trabajar.
Hice descender la escoba y poner pies en tierra. Ahora que la tenia tan cerca el tiempo era oro. La abracé, estrechándola entre mis brazos para despues darla un apasionado beso. Las horas que pasaba sin ella podían hacerse una eterna espera.
-Ya empezaba a estrañar tus besos

Las mejillas de Mary Margaret se colorearon de un suave tono carmesí cuando le escuchó. Y es que no podía evitarlo, a pesar de los años que llevaban juntos y estar algo acostumbrada a sus cumplidos, simplemente seguía sonrojándose. Quizás podía ser un gesto infantil y bastante tonto, pero solo era símbolo de que seguía igual (E incluso más) enamorada de David, su Charming, su príncipe encantador, por posesiva que sonase la frase.

Le vio descender mientras sonreía ampliamente, y una vez que la escoba estuvo alejada de ellos, respondió su abrazo y beso sin siquiera pensar en oponerse. Solo Merlín sabía cuanto le necesitaba y extrañaba el tiempo que no se veían. Pero trabajar en el mismo lugar traía muchas ventajas, más si ese preciso lugar era una escuela mágica, la cuál les permitía breves descansos y tiempo juntos, por escaso que fuese, bajo el punto de vista de Mary.
Se separó lentamente de sus labios y le miró sonriente — Y yo los tuyos, en realidad, ya te extrañaba a ti completo — Le susurró como si fuese un secreto, cuando claramente no lo era. Volvió a besar sus labios, en un suave y corto roce antes de verle otra vez — Así que lamento decirte Charming, que tendrás que soportarme estas horas antes de que las clases empiecen. Claro, siempre que no te esté quitando tiempo — Pues no sabía si él tenía que hacer algo esa mañana.