Is anyone there? ► Charlotte

Merida sin duda era el ser más patoso que pudiese existir. Sin un día no se caía era porque la chica no era ella misma puesto a que el caerse era algo común en el día a día de ella. "Mocosa distraída" la regaña su otra Merida interna moviendo el dedo. Suspira. Demasiado distraída, solo ella se caería por sus propio pies quienes se han enredado entre si. —¡Por Merlin!— grita asombrada al sentir el sabor metálico dentro de su boca. Toca sus labios desesperadamente con sus lagos dedos para luego dejar escapar un quejido. Lo que le faltaba, se había roto el labio. "Fantástico, te has roto el labio ¡idiota!". Chasquea los dientes, "Ya lo se, no es necesario decírlmelo" responde Merida en su mente de mala gana, si que era obstinante. Con cuidado se levanta, sacudiéndose un poco el uniforme tratando de que no se viese tan sucio de lo que ya estaba, pero misión fallida, seguía igual. Ya de mala gana, se dejo el uniforma tal y como estaba; sucio y rasgado, por que si, además de sucio estaba rasgado de tanta caídas de Merida. Hasta tenia parches marrones con puntitos rojos que desentonaban totalmente con el uniforme para tratar de tapar aquellos inmensos rasgones que tenia de anteriores caídas.

Y creo que no cuesta para nada decir que las caídas de Merida son las más vergonzosa y doloras que pudiesen haber. Comúnmente se caía en los lugares con tierra o en el tercer escalón de las escaleras. En enfermería era ya más que reconocida, casi todos los días se la pasaba ahí.

Merida trato de caminar con la mayor precaución del mundo para no volver a tropezar. Estaba mordiendo su labio con fuerza, chupando de este la sangre que le iba dejando un sabor desagradable en la garganta. A medida que iba avanzando por el castillo más miradas hacia ella habían, cosa que le incomodaba pues detestaba ser el centro de atención de algo. "Por lo menos seras recordada como la Patosa Barenys" bromeo cruelmente la otra Merida "Patolifors conjura Merida internamente "De pato te ves más bonita" río para luego irse a alguna parte de su mente. —Tengo que dejar de imaginar otra yo.— soltó Merida mientras entraba a enfermería. Al ver la habitación sola frunció el ceño, raro. —¿Hay alguien aquí?—

La enfermería comúnmente estaba llena por chicos que tenían las caídas del año y se fracturaban gravemente alguna parte del cuerpo, o si no era por un hechizo mal dicho y terminaban vomitando todo el día. La verdad las causas por la que la gente venían a enfermería variaban y eran extrañas. Más la de Merida era bobas y simples, normalmente eran por que se había golpeado el tobillo y necesitaba que le echaran alguna crema. No le gustaba utilizar encantamientos para sentirse mejor, por extraño que suene prefiere una curación natural a que una instantánea por magia.

A Merida le pareció muy raro que enfermería no estuviese llena ese día. Es más, llego a pensar que era la única que se había echo daño ese día, más ese pensamiento desapareció al oír la vos de una chica. Volteo hasta donde ella estaba, algo asustada pues no se había percatado de su presencia. Vio su mueca de dolor y al instante paso su mirada a su tobillo y sonrió de lado. Por lo menos no era la única que no había sufrido por el tobillo, más el de ella parecía ser peor. Frunció un poco el ceño ante su pregunta ¿qué le importaba?. Arrugo de forma fuerte sus labios haciendo que le doliese en la parte de la herida —¿La enfermera no se encuentra por aquí para que te ayude?— respondió seria. Más al recordar que la habitación estaba sola suspiro con fastidio. —Ya te ayudo...— dijo al final.

Con dificultas llego hasta donde la chica. Observo un rato la pierna, pensado como la colocaría. —Haber...— paso su mano debajo de la pierna donde tenía el tobillo lastimado, sujetándolo y moviéndolo un poco con cuidado. La verdad es que no tenia ni idea de lo que estaba haciendo, en esas cosas era algo bruta y no le daba cabeza ni para cambiar la posición de un tobillo para una mejor comodidad. —¿Así esta mejor?— pregunto algo nerviosa, con una mueca en su rostro.