Encuentro… (Jane Bennet)

Me levante el cuello de mi abrigo mientras avanzaba apresuradamente por el andén. Una tenue niebla llenaba la estación. Una enorme locomotora resoplaba lanzando al aire grandes nubes de vapor. Todo estaba completamente sucio y humoso. El calor era insoportable en ese lugar. - “Este país es muy asqueroso y este anden esta increíblemente sucio” - Se había desvanecido mi primera impresión ante las tiendas de Londres, sus transportes, sus restaurantes, las hermosas francesas que lucían la ultima moda por la callen, ahora solo miraba una bella gema cubierta por una capa de lodo. Comparado con la fría Rusia, sentí que me llenaba de una intensa añoranza. El cielo nublado, jardines llenos de flores coloridas inunda todos los lugares con su deliciosa fragancia, este lugar era todo lo contrario, barro, suciedad y grandes cantidades de gente que no paraban de moverse en una danza continua de lucha. Parecían atareadas hormigas moviéndose alrededor de su hormiguero.

- “Ojala no hubiera venido a este asqueroso lugar”. - recordé por un leve momento el propósito por el que estaba en ese lugar, mis labios se cerraron en una fina línea. Tenia que continuar con eso. Aunque odiaba ese lugar le había prometido que iría y no soy un hombre que rompa su palabra. Camine por el anden, el lugar estaba completamente vacío, no había señal de vida. Subí al tren y avanzar por el pasillo en busca de un buen asiento. Todas mis maletas habían sido llevadas por un mozo hasta el compartimento correspondiente. Mi bolso de piel era lo único que llevaba conmigo. Fui recorriendo vagón por vagón. El tren estaba completamente vacío.

Por un momento contuve el aliento. Acababa de entrar a otro vagón. Encontrándome con una señorita sentada al final de este. Cabello rubio, marfileña palidez, ojos grises que apreciando dos estanques de plata fundida, que ocultaban muchas cosas, cosas que anhelaba descubrir. Su puesto estaba en un balcón. Yo mismo me llamaba un hombre observador, por ellos no deje de notar el característico uniforme de Hogwarts, pero por sobre toda esa ropa aquella señorita tenia esplendor, finura… era exótica. Pero ¿Qué hacia en ese tren sola? Tengo que enterarme de quien es y de lo que hace en ese lugar. - Hola hermosa señorita, puedo preguntar… ¿Qué hace en este vagón tan sola?

Sin duda alguna había conseguido encontrar algo de compañía para que ese viaje no fuera tan pesado. El sol entraba por las múltiples ventanas del vagón, podía verse el verde de las montañas. Me di la vuelta para encontrarme con el hombre que me había ayudado con la maleta, no tarde en darme cuenta, lo había enviado Igor para mi protección. Suspire y observe por un momento a la joven para volver a colocar mi atención en ese hombre. Le hice algunas preguntas de rutina, pero se mostró muy vacilante y sus respuestas fueron algo vagas. El joven salio huyendo a cumplir con la orden que le había dado. Una sonrisa ladina se dibujo en mis labios, ladee levemente la cabeza observando con algo de malicia a la joven de hermoso ojos plateados.

Comencé a caminar lentamente con su característico paso elegante, sin dejar de observar a la joven. - Jane… es un hermoso nombre para una señorita tan hermosa. - deteniéndome frente ella. - Es un placer conocer a una joven con tu, estos momentos son los que hacen que un joven sea feliz día a día. - sonriéndole dulcemente, tomando delicadamente la meno de la señorita para depositar un beso sobre esta. - Espero que seamos buenos compañeros. - regalándole una pequeña sonrisa. Se notaba que la joven no era mala persona, se notaba que a su alrededor había un aura pura, brillante. - Espero que no le moleste que le haga un poco de compañía señorita.

Mantuve la sonrisa, observando a la señorita atentamente desde el lugar en el que se detuvo. Tome mi bolso de piel y lo coloque en compartimento correspondiente. El joven fantasma salio de entre mi bolso y se quedo observándome. Arquee una de mis cejas perfectamente depilada, el niño comenzó a reír y desapareció. - Espero que no le moleste, le eh pedido a mi… amigo que nos trajera algunos aperitivos para pasar el viaje. ¿Quiere comer conmigo señorita? - pregunte tranquilamente inclinándome levemente hacia la chica. - Aunque no se que clase de comida harán en este lugar, es mi primera vez en Londres. - reí en forma de broma, esperando la respuesta de la joven, sentándome en el lugar disponible observándola cuidadosamente.

Esa señorita era muy peculiar, solo la conocía hace unos segundos y el aura de hostilidad aun ocultándola con la amabilidad había desaparecido. Estar cerca de esa joven me hacia experimentar un sentimiento extraño…. Amistad. Lo dudo, no se si algún día podré expresar estos sentimientos que siento hacia los demás, cada vez que veo a las personas que conozco me pongo nervioso. Observo cada pequeño detalle de la joven que esta frente a mi, ese cabello rubio que se mueve con el viento que entra por la puerta, esos ojos grises, que cuando me miran me hacen sentir una enorme paz y tranquilidad. - No se quien le abra dicho eso hermosa señorita, pero usted no tiene que decir esas cosas sobre su persona, a mi los títulos y la sangre no me importan en lo mas mínimo. Seremos buenos amigos y quien intente hacerle daño ya sean con palabras o con actos… no vera un mañana. - es lo único que deje escapar mientras le sonreía de medio lado.

- Espéreme un momento aquí. - acercándome a ella, susurrando, divertido, contra los labios de la joven sin tocarlos. Caminando fuera del vagón, eche un vistazo al todo el lugar y salí directo hacia los pasillos del tren merodeando por ellos, observando que podía llegar a encontrar,, todo estaba sumido en un increíble silencio e incluso podía inspirara un poco de miedo, solté una pequeña risa al notar mis pensamientos y observo como cierto joven se encontraba parado a mi lado con una sutil y dulce sonrisa. - No es por nada, pero si vuelves a intentar asustarme, te asesinare… tardabas mucho. - observe al joven minuciosamente, parecía triste o al menos eso reflejaba su rostro, ¿tanto le había afectado mi comentario?, un suspiro abandono mis labios y pose mi mano sobre su cabello acariciándolo suavemente, no me gustaba ver a las personas mal. - Le agradezco que haga todo esto por mi y siento haberle dicho lo de hace un momento. - una sonrisa alumbro el rostro del joven y asintió aceptando la disculpa. Mi mirada se dirigió un momento al carrito que traía y una pequeña sonrisa se dejo ver en mi rostro. Entre todos los plato tome uno en especial.

Volví por donde había venido, entre mis manos llevaba un plato de porcelana, blanco, con pequeños detalles en dorado y plateado donde descansaba un gran trozo de pastel de chocolate y una copa con un liquido rojo algo espeso dentro, jugo de fresa con mucho hielo. Me detuve un momento en la puerta del vagón, observando a la joven por unos instantes y luego dejando salir una sonrisa divertida. - Con la pregunta de hace un rato… mi nombre es Andy Gaunt, señorita Bennet. - susurrándole suavemente al oído, silbando cada silaba. Deje sobre el regazo de la joven el plato, sosteniendo la copa entre mis dedos. - ¿Esto eso lo que deseaba señorita?... espero sea de su agrado… - susurre, tomando otra vez mi lugar frente a la señorita. Observando cada movimiento con mucho interés.

El ambiente se estaba relajando, nunca me había sentido tan relajado, ni en mi antiguo colegio había logrado sentirme así, todo el tiempo tenia que estar serio y cuidándome hasta de mi sombra. No podía confiar en nadie, ni en mi propia sombra podía confiar. Nunca había tenido a alguien a quien pudiera llamar amigo, todos los seres vivos eran patéticos, siempre protegiéndose con una mascara, ocultando siempre sus verdaderas naturalezas, seres cobardes que saltan sobre el primer trozo de carne fresca para poder prevalecer, pero eso yo no lo aceptaría.

- De nada señorita Bennet, usted deseaba eso y yo hice que su deseo se volviera realidad… cualquier deseo que usted tenga yo lo are realidad, se lo prometo señorita. - le confesé con una suave sonrisa, a pesar de todo y ser una joven muy diferente a mi y no estar acostumbrado, esa joven era muy calida y no me resultaba incomodo estar ahí con ella. El compartimento donde estábamos estaba impregnado del olor de la señorita. No pude evitar que mis ojos se abrieran un poco, ese movimiento me había tomado por sorpresa. La señorita me dio un poco del pastel que le había conseguido, acercándolo a mi boca. Abrí mis labios lentamente, no podía despreciar un gesto tan dulce de una señorita como ella. Recibí el dulce en mi boca, masticando con cuidado, saboreándolo.

Una idea juguetona atravesó mi mente y una sonrisa se dejo ver en mi cara. Aparte suavemente el tenedor de mi boca, dejándolo sobre el plato, tomando un poco de de nata entre mis dedos, aplicándolo sobre los labios de la señorita, sonriendo, acercándome lentamente a ella, limpiando de un lametón la nata que estaba sobre los labios de la señorita, solo un roce, sentí la tibieza y la suavidad de los labios de la señorita. Fue delicioso y a la vez dulce. - Jejeje, el pastel esta delicioso, pero creo que prefiero la nata por sobre todo eso señorita. - murmure divertido.

- Le daré un consejo señorita… nunca deje que una serpiente se acerque demasiado… y menos una serpiente tan peligrosa y traviesa como lo soy yo. - un ligero silbido acompaño a cada una de las palabras, apoye mi nariz contra la de de la señorita y entreabrí mis labios dejando ver una sonrisa peligrosa y aproveche para acariciar suavemente la cabellera rubia de la señorita, mi expresión era clara, parecía una serpiente a punto de encajar sus colmillos sobre algo. - Tenga mas cuidado señorita... - susurre frente a sus labios, terminando con mucho esfuerzo la oración. Apartándome rápidamente de ahí y dirigiendo la mirada a la ventana, observando como atravesábamos una hermoso lago. El viento acariciaba la superficie del agua.

Una estrecha sonrisa fue lo que debe ver, al ver sentir la respuesta de la señorita Bennet. Esa simple respuesta me mostró una imagen bastante general de cómo era la señorita, de lo inocente que era, como apenas comenzaba a vivir, pero que conseguía lo que se proponía, siempre observando a su objetivo, un objetivo que podría ser inalcanzable para ella. Pero por esas pequeñas cosas es la que se sentía tan llamado por esa señorita, tan parecidos pero al mismo tiempo tan diferentes, siempre mirando a la meta. Pero estábamos en una situación muy diferente, mi tren del pensamiento fue cortado abruptamente. Solo pude sentir la tibieza de los labios de la señorita, su suavidad. Fue solo un instante, pero sobre mis labios quedo un cosquilleo muy placentero.

La miro, sin olvidar las palabras que salieron de los labios de la señorita. Esa boca, esa boca a la que a cualquiera le fascinaría comerse cada vez que tuvieran la oportunidad. Eso no se dudaría, pero… ¿Por qué no lo estaba haciendo?, incluso ¿Por qué tenia la idea de alejarme de ella? Algunas veces no yo mismo entiendo lo que hago, un deseo paso por mi mente. Deseaba poder sentir esos labios sobre los míos, anhelaba saborearlos, necesitaba eso… necesitaba sentirlo. - ¿Esa no es una propuesta un poco atrevida señorita?. - pregunte, tomando a la joven entre mis brazos, acercándome a ella, acariciando suavemente su rubio cabello. - Me pide eso como si yo fuera un experto en la materia… - muerdo mi labio inferior para luego pasar la punta de mi lengua sobre este, lenta, tentadora, un acto de provocación.

- Sabe que estoy para cumplir sus deseos señorita Bennet. – susurre, con una sonrisa adornando mi rostro, terminando la distancia que nos separaba, besando por primera vez a la señorita, atrapando sus labios entre los míos, saboreándoles, disfrutando el momento. Acaricie el rostro de la joven, apenas rozándolo con la punta de mis dedos, con delicadeza, llenos de cariño, por un pequeño instante me separe, observando esa pequeña boca entreabierta, solo la observe por unos segundos antes de volver a borrar la distancia que nos separaba. Robándole un beso profundo, un poco mas atrevido,

- Espero que esto sea suficiente… - no puedo terminar la frase, dejándola en el aire, sonriendo dulcemente. - Que esto sea suficiente para usted señorita. - tomando el rostro de la joven, sonriendo, ladeando un poco mi cabeza para lamer un poco su labios, provocándola. - Pero no necesitaba la excusa de la nata para pedirme algo así. - le susurre, muy cerca de su oído, lamiendo lentamente poco después, dando un pequeño mordisco en el. Separándome de ella sonriendo.

No pude evitarlo, mi rostro se mostró algo tenso, inexpresivo, con un aura de melancolía, los movimientos de la señorita me sacaron de mis pensamientos hasta ese momento llenos de tristeza, todo lo que estaba haciendo estaba bien, a pesar de ser algo tan atrevido, por fin mi cuerpo pudo relajarse, dejando que de mis labios saliera un suspiro y observando con interés cada movimiento, cada maniobra que la señorita Bennet realizaba, una imperceptible sonrisa apareció en mi rostro, la joven quería jugar de una forma especial, sentada sobre mis piernas solo hacia que el deseo que intentaba ocultar, saliera con mas fuerza.

Me acerque unos cuantos centímetros, inclinándome hacia ellas, dejando salir un risa abierta, llena de alegría, juntando mi nariz con la de la joven. Pero mi felicidad es solo por un breve instante, ese sentimiento es impropio de mi, mi rostro cambio a uno asustado, mostrándose alarmado y lleno de tensión, algo que no era normal en mi, pero que en ese momento era necesario para poder liberar esos sentimientos que hace tiempo no había sentido. Mis manos abandonaron el cuello de la señorita Bennet, para posarse en las caderas de la joven con suavidad, recibiendo las palabras y los labios de la joven, sonriendo dentro del beso, me gustaba el sabor de esa joven.

- Si eso es lo que desea señorita Bennet… prometo que la besare cuando usted me lo pida. - no podía dejar de suspirar al ver a la joven en un estado tan sumiso y entregado ante mis gestos, acariciando con suavidad y lentitud los carnosos labios de la joven con una de mis dedos, siguiendo la forma de los mismo, en mis manos pude sentir un cosquilleo. - Es hermosa señorita… - no pude evitar afirmar con un susurro, siendo este mas como un suave silbido, cerca del rostro de la joven, sintiendo el olor de sus labios, escuchando y sintiendo el calor de la respiración de la joven, dejando que se uniera con la mía, volviéndose uno solo.

Nuestros labios volvieron a fundirse, en un beso bastante simple, casto, trasmitiéndole a la joven en el, la calidez que se ocultaba en mi interior. Durando el suficiente tiempo para que la joven sea plenamente consciente de mí gesto. Mis manos tomaron vida propia, comenzaron a deslizarse por el cuerpo de la joven, desabotonando la camisa de la joven. Una chispa de culpa se dejo sentir, parando por un instante. - No le haré nada que no quiera, si me pasó de tu límite, sólo dígalo y pararé, confíe en mi señorita. - acariciando suavemente los pechos de la señorita, pasando mi lengua por el cuello de la joven, dejando pequeñas mordidas por donde pasaba, dejando una pequeña marca en el hombro de la joven, pegándola contra mi, restregandome contra ella.