It is better to fly ► Steve

Conjuntamente al proyecto de Rapture era indispensable el tener que seguir haciendo cosas para las clases de Hogwarts, si bien desde primer curso declare como mi segundo enemigo natural a la teoría, que me memorizaba rápidamente pero me negaba siquiera a copiar y redactar en un examen la practica si me gustaba y llevaba un par de días con la poca practica de las clases, especialmente transformaciones que era una asignatura severa, precisa y llena de teoría para una practica casi mas compleja, tardé un par de días en acabar una transformacion que pertenecía a septimo curo, las de sexto ya me las conocía pero esta en especial había resaltado mi curiosidad, me daba alas y la oportunidad de volar, otra nueva forma de remarcar mi capacidad para volar, me habian prohibido el jugar al quidditch y jamas me darían una oportunidad pero al menos volaría libre sin tener que recurrir aun item.

Ya había probado el hechizo varias veces, en un conejillo de indias, literalmente, había obtenido un doxy para pruebas y básicamente habian ido todas bien, me costó un poco mantener la forma animal de ese doxy pero por la mera cuestión de que el endiablado se movía muy rápido y sin visión no conseguía acertarle correctamente sin embargo cuando se cansó de hacer el diablo (un poco tarde) ya estaba transformado en aquella criatura, cuestioné cuanto duraría la transformación pero descubrí que tenia una dependencia del mago es decir si no deseabas que parara no pararía, algo interesante. También sabía que los hechizos en situaciones extremas solían funcionar mucho mejor pues poníamos todo nuestro empeño en superar aquella barrera que podía suponer o nuestra supervivencia o podía costarnos la vida.

Desde lo alto de la torre mas alta del colegio, la sala común de los Ravenclaw, estaba yo, abrí la ventana, me apoye en la cornisa de la misma y miré los alrededores con mi visión, deseaba verlos como eran en realidad y no como las lineas blancas y la oscuridad que siempre veía pero mejor eso que nada, inspire suavemente dejé que el viento golpeara mi cuerpo y con un salo me lance hacia el vacío, sujeté mi varita entre mi mano y con movimiento en espiral conjure la transformación:

-Anquilafors. -todo salio correctamente, noté como mi cuerpo cambiaba y como se transmutaba en una águila real, encontré el hechizo en un esbozo de hoja y nunca pensé que podría haber funcionado pero sí, notaba mis extremidades cambiadas y mi vista se hizo extremadamente precisa, mi cuerpo se había transmutado en una maravillosa criatura y sentía como el viento me elevaba. Disfruté de volar sin cabos, simplemente sintiendo el aire por todo mi cuerpo, haciendo picados y ascendiendo al cielo pero por alguna razón, algo lógico en cierta parte al intentar gritar simplemente salían graznidos típicos de un águila, todo se transformó pero sin embargo mi vista seguía siendo en blanco y negro, meh, al menos volaba, ¡y era mucho mejor que volar con escoba! podías cambiar tu ruta sin preocuparte, podías hacer picados y ascender sin temor, no había limite. Sobrevolé el campo de Quidditch, que debía de estar vacío pero in embargo alguien se encontraba allí, me posé en un palco y retiré mi transformación, mirando con detenimiento que hacía aquella persona, por como era su cabello diría que era una mujer, a esta distancia mi precoz vista no era cosa del otro mundo y aunque podía obtener mas precisión forzar mi vista no me gustaba, o no me convenía mas bien.

Observé como se caía lo que me hizo sacar una sonrisa. Salté hacia el campo desde una altura preocupante pero sin siquiera decir el hechizo me transformé en aquella águila, de hecho era bastante fácil y a poco de tocar el suelo revertí la transformación, me gustaba mas esta forma de desplazarme que incluso la aparición que supuestamente a mi edad era ilegal. -¿Estas bien? -pregunté con una sonrisa, por como la había visto volar me resultaba curioso que se hubiera caído al tomar tierra, supuestamente lo mas fácil era iniciar y parar el vuelo ahora bien, hacer piruetas en el aire, eso sí tenía merito.

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Usualmente la mejor forma de aprender era hacerlo en circunstancias limites, eso lo sabía hasta la mas inepta de las personas, una persona tiende a centrarse cuanto mas tiene que perder, en clase puedes fallar puedes cometer un error y saber que no pasará nada, quizás pierdas unos puntos o haces explotar una probeta de pociones, pero por lo demás no hay riesgos reales, ahora bien, dile a una persona que puede morir si no realiza bien el hechizo, ya veras como todas sus neuronas están centrándose en cada gesto, vocal y consonante que emane de ti, por eso quizás para confiar en mi mismo y por conseguir un poco de esa adictiva adrenalina solía hacer estupideces como lanzarme desde la torre mas alta del colegio, sin embargo volar valió la pena, no sabes la liberación que es no tener que depender de tus pies simplemente agitar las alas y desplegar la capacidad inherente de poder hacer lo que quisieras, por eso yo quería ser libre, porque quería volar, y aunque ya lo era pues en esta tierra nada me ataba a ninguna cosa, quería darles esto a todas las personas que quisieran acompañarme, a un nuevo mundo, a una nueva oportunidad, a Rapture.

Verla volar me agradó generalmente habían jugadores que aunque sabían lo basico de Quidditch y aunque pudiera hacer acrobacias complicadas no se les veía una gran conexion escoba-jugador, pero ella parecía tenerl, allá donde iba ella allá que le seguía la escoba, si ella giraba la escoba se mecía con ella, me resulto curioso, mas que curioso, sin embargo verla caer me sacó una gran sonrisa, no porque se callera sino porque eso era una forma del destino para decirme que me equivocaba, sin embargo que no supiera aterrizar no quería decir que no supiera volar, al contrario, eso le hacía mas humano.

De cerca era evidente que se trataba de una mujer, habían tres detalles que lo confirmaban, su cuerpo, definido, con curvas y de aspecto fragil, cosa qu een general siempre lo parecía, dos, sus labios, algo en lo que me suelo fijar, porque por lo general es lo mas rojo que tiene una persona corriente ye s el único atisbo de color que veo, eran totalmente femeninos, contorneados, definidos y dibujaban el típico perfil que podía verse cuando una mujer sellaba un beso con carmín en una carta y tercero su aroma, mas que el cabello incluso, su aroma era embriagador incluso sin perfumarse, porque chicos, el sudor de una mujer y el de un chico son muy diferentes, feromonas, simplemente eso, feromonas. Creo que se asustó pues al verme nos golpeamos, nada demasiado doloroso y por una vez me alegraba que no fuera mi culpa, solía caerme con demasiada asiduidad, y eso se debe bueno, a mi ceguera. Ya pasaba bastante tiempo en la enfermería, mas o menos una vez a la semana iba por mis tan famosas hemorragias y otra vez cada semana quizás iba porque esos escalones falsos de las escaleras cambiaban antes de que yo me diera cuenta y claro, pues me hacía los cien metros lisos rodando cuesta abajo.

Decir que no era hermosa sería mentir, sin embargo viendo sus ojos me cuestionaba si no me estaba diciendo que me marchara de una forma subjetiva, se me daba bien captar cosas con la mirada, siempre solía ver pena en ellas pero esta vez era algo mas como no se, algo extraño. Iba a mi casa, eso lo sabía, se me hacía demasiado familiar su rostro como para olvidarlo asi que forcé a mi mente a dar una respuesta, adivine que íbamos al mismo curso porque simplemente recordaba haberla visto en encantamientos, mientras usualmente dormía o no prestaba atención, quizás ambas dos cosas yo, entonces forcé un poco mas mi cabeza y conseguí su nombre, correspondía al de una princesa de cuento Mérida, me sacó una suave sonrisa.

-No tienes de qué disculparte. -dije agitándome suavemente el cabello. -Pensaba que el Campo estaba cerrado y vacío. -solté sinceramente. -¿ Hacías algo en especial? -para todos yo era un mero ciego y usualmente por culpa de sobreesforzar mi vista así acababa siéndolo pero decir que la había visto caer sería muy delatador.

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Nunca jamas tuve ningún enemigo mortal, esa persona que al verla, helaba tu sangre y comenzaba a quemar tu cuerpo desde el mas fondo de tu ser, que yo odiara a alguien implicaría que lo tendría siempre en mi cabeza y en ella solo había una cosa, Rapture, mi ambición mas grande, mi proyecto mas asombroso y mi realidad mas cercana, cuando estuviera hecho sería Dios les habría dado a los que la querían, a los que la buscaban y a las que la necesitan, la libertad. Rapture representaba eso, la libertad, y por eso yo no tenía tiempo para estúpidos enemigos, todos eran tratados como lo que eran, meras piedras en mi camino que, aunque pudieran pincharme el pie o simplemente causar una herida eran ignorados, había algo mucho mas grande en juego que una mera disputa y eso era incuestionable. El problema especial que había con los cuervos, en general era que pensaban que su inteligencia era superior a la de los demás, por eso muchos eran realmente odiosos y te odiaban aun mas si les corregías teniendo razón o no ellos eran perfectos y esa egolatría era casi mas dolorosa que la que pudiera tener cualquier serpiente porque al menos sus argumentos son muy difusos pero un cuervo cabreado podía sacarte los ojos aunque para mi no creas que es demasiado problema, puedo vivir sin ojos.

Explicó que el campo estaba cerrado como ya intuía mientras que afirmaba que le gustaba mas así. -¿Te gusta entrenar en solitario? -pregunte curioso, tampoco sabía si estaba entrenando aunque si practicaba para aterrizar caerse vez tras vez no era realmente productivo era mejor dejar que otro te enseñara. Cuando pregunté por si hacía algo especial, pues sabía que estaba haciendo, se volvió un tanto chillona, de hecho me sorprendió, ¿porque me gritaba si yo no le había dicho nada fuera de contexto? Repasé mis palabras y mis gestos y salvo el choque entre nosotros creo que todo fue según las normas de cortesía.

Me encogí de hombros a su respuesta y puse las manos sobre mi cabeza, apoyándolas suavemente. -Pensé que te caíste, aunque bueno, no creo que un ciego pueda opinar mucho sobre ello, no te vi. -en realidad si pero si eso era lo que le hizo responderme de esa forma mejor no mentar que la había visto. -¿En que posición juegas? -pregunté por saber un poco mas de ella aunque de la forma en la que me hablaba si convocaba un cuchillo y me lo clavaba en el cráneo incluso esbozaría una sonrisa. -Puedo ayudarte si quieres, aunque me tengan prohibido el volar no creo que se enteren. -afirme con una suave sonrisa, tampoco me harían mucho al fin y al cabo yo era el corderito degollado. -Se algo de vuelo. -dejé caer, en realidad mi equilibrio era perfecto, lo que tenía el depender de mi cuerpo sin la vista, con frecuencia quiero decir -Aunque si prefieres que me marche puedes decírmelo, no me ofenderé o algo por el estilo.

Eso no iba conmigo, la gente era libre si no quería estar conmigo pues me iba, sin problemas, ademas ella estaba aquí de antes no iba a quitarle yo el sitio que tampoco quería ni necesitaba.

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Desde primer curso, cuando sentí realmente lo que era elevar tu peso de la custodia eterna de la gravedad siempre quise mantenerme volando, sin embargo los profesores y casi cualquiera que me hubiera visto por aquel entonces con una escoba siquiera en la mente se hubiera lanzado a mi para placarme, solo asistí una vez a una clase de vuelo y desde que el profesor se dio cuenta de mi ceguera supuso que yo era un humano corriente, un mago común, y yo era algo superior a todo ello, quizás era un genio, me gustaba aprender, me aburría en clase, y aprendía cosas a velocidades ridículas, y nunca me saciaba del todo, quizás no era un genio, no pasaría nada si no lo fuera, pero yo no era un alumno normal.

De hecho el equipo de Ravenclaw debía de estar matándose por cualquiera que quisiera participar con ellos si no andaba equivocado el equipo estaba incompleto, faltaban jugadores y aunque cualquier puesto me valía el de buscador era soberanamente fácil para mi, al ser todo oscuridad no es difícil ver cuando algo se mueve, bien, imagínate que algo muy pequeño se mueve muy rápidamente, mientras que los demás pueden ver un sutil destello camuflado entre la luz solar yo simplemente veo rayas blancas moverse, yo tenía ventaja sobre los ojos de los demás, claro que si no podía usar mi visión entonces estaba muy vendido. Cuando dijo que no me quería aquí asentí dándole la razón, tampoco era necesario que estuviera aquí solo vine a cotillear y al menos me llevé una sonrisa era curioso como quien caía y se reprochaba a si misma algo podía hacerte mas daño del que ella se había hecho pero a mi nadie podía dañarme, necesitaban cadenas muy gruesas para siquiera hacerme dudar. Pero me detuve al escuchar lo que decía, me estaba retando.

Chasqueé un dedo cuando dijo lo de buscar a mi escoba mientras que crucé los brazos y la miré tanta inteligencia supuesta y tanta ignorancia en sus ojos, como cualquier persona. -Me recuerdas a la profesora de vuelo. Ella también hablaba así. -afirme sonriendo. -Sin embargo tenéis algo en común, ademas de ese tono en la voz y probablemente la mirada que me estés lanzando.

Calculando mas o menos la velocidad de atracción del hechizo accio, la distancia desde mi baúl hasta este punto y teniendo en cuenta que la escoba iba usualmente a la mano del jugador simplemente use el hechizo Anquilafors, transmutandome en un águila, ascendí unos cinco metros y al ver de reojo la escoba revertí la transformación y caí de pie en la escoba, incliné la parte posterior de esta cayendo suavemente y me puse de rodillas. -Lo que tenéis en común es la capacidad para juzgar sin conocer, aunque es algo muy extendido entre todas las personas del mundo.

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