Una locura extrema (Nuray Crackle ) +18 PRIVADO

Había tenido un día largo, sobre todo por lo que llegan a desconocer la magia y más la parte de las transformaciones los alumnos de primero que no se han criado en un ámbito mágico y que hayan visto algo de magia antes de entrar en Hogwarts... Me ponían de los nervios cuando no sabían ni lo que era un animago, pero bueno... Las clases habían terminado hacía un rato largo y ya habíamos cenado y todo.

Acababa de llegar a mi despacho, caminé hasta mi dormitorio mientras me iba quitando la ropa, un día largo al fin y al cabo, terminé de quitarme la ropa cuando escuché cómo llamaban a la puerta, aunque preferí no abrir ya que estaba un tanto perezosa y ya estaba en mi cuarto, y bueno... Estaba en ropa interior tampoco era por recibir a nadie a esas horas con aquellas ropas así que decidí hacer caso omiso cuando llamaron.

Caminaba por mi dormitorio buscando unas cosas que podría utilizar en la clase del día siguiente con los alumnos de sexto para que transformasen cosas pequeñas como un lápiz y esas cosas en algo un poco más grande del estilo de una columna y esas cosas. Suspiré cuando ahora escuché cómo llamaban a la puerta del dormitorio, sin darme tiempo a decir nada o hacer nada se abrió apareciendo por allí una alumna, a simple vista no la conocía todavía por el nombre de pila, la señorita Delacour... Aunque todo esto pasase así, me sobresalté al verla y cómo iba yo tapándome un poco con las manos. -¿No te han dicho que debes esperar la respuesta de quien está dentro para poder pasar?- Dije en un tono bastante serio mientras buscaba por la habitación una bata. -¿Qué hace a estas horas levantada señorita Russo?- Pregunté curiosa mientras seguía rebuscando en algún cajón, el desorden se apoderaba de mí y ahora no encontraba la bata, qué bochorno recibir a una alumna así...

VESTIMENTA:

Ya había desistido en seguir buscando mi bata en aquel desorden que para qué engañarnos, yo misma había provocado... Cuando sin esperármelo la joven se avalanzó sobre mí sin darme tiempo a reacción alguna besándome y no precisamente de una manera tímida, buscaba mi lengua y yo como acto reflejo le seguí el beso, incluso buscando de alguna manera su lengua... Por Merlín Nuray, ¿Qué haces? Que es una alumna, no hacía más que recriminármelo.

Tras llevar un rato con aquel beso conseguí reaccionar y la aparté de mí. -Soy tu profesora... ¿Se puede saber qué estás haciendo?- Dije algo enfadada aunque sin saber por qué casi como un susurro, si nadie nos escucharía, malas experiencias en la universidad me dejaron ciertos hábitos y costumbres aunque no eran malos de todas formas. Tras todo aquello inmediatamente comenzó a bajar por mi cuello, ¿Cómo diablos podía saber ella que era mi punto débil? -No, por favor para.- Dije tratando de sujetarle la cabeza para que no siguiera, no me haría responsable de lo que ocurriese si continuase por aquel "camino." Volvió a la carga tocando mis pechos ahora, sabía que no había sido buena idea perder la bata por aquel cuarto, y por recibir a los alumnos así... Tenía aún encima a ella mirándome a los ojos mientras hacía todo esto, y por cómo me miraba parecía que no se detendría nunca -Para, lo digo por tu bien.- Dije en un tono amenazador para intentar aplacarla, a ella y aplacarme a mí porque había conseguido calentarme un poco.

Me separé de su cuerpo y cubriéndome un poco los senos, que no se notase aquella excitación que tenía, me acerqué a la puerta y la abrí. -Deberías irte a tu sala común, y olvidarte de esta noche...- Volví a hablar con mi voz seria, ni le había dado clase todavía y estaba aquí, además de que no iba a acostarme con una alumna así porque sí y arriesgarme a que me pillasen y con forme me había dejado tras sus actos preferí decirle que se marchase antes de que yo pudiera hacer alguna locura.

Sostuve la puerta abierta mientras observaba cómo ella me miraba y se levantaba caminando hacia la puerta, "por fin..." pensé, no tenía ganas de meterme en líos nada más llegar a Hogwarts aunque me sobresalté al ver cómo ella cerraba con fuerza la puerta y se abalanzaba sobre mí de nuevo, incluso buscando mi propia vagina con sus manos y ya estaba convencida de que ella no aceptaría un no por respuesta... Y no tenía ni idea de por qué podía llegar a saber mi punto débil, con el cuál jugaba a su antojo, para colmo ella ya estaba desnuda y decidí ponerle fin a aquello.

La empujé hacia atrás, haciéndola caer en la cama y sin dejarle tiempo a reaccionar en la mesa que había al lado busqué tomando mi varita y apunté hacia ella. -¡Incarcerous!- Sabía que no estaba bien hacer lo que hice, pero aquel hechizo bien utilizado podrías domar aquellas cuerdas que aparecían de la nada para aprisionar a una víctima y así hice que aquellas cuerdas le atasen cada una de sus extremidades con una de las patas de la cama para así inmovilizarla.

Tras observarla cómo iba quedando inmovilizada y asegurarme de que el hechizo no le pudiera hacer daño alguno como los que podía ocasionar si no se utilizaba bien caminé lentamente hacia ella sin deshacerme de mi varita, con ella todavía en mi mano. -¿No querías hacer algo esta noche?- Pregunté juguetona. -Pues no la vas a olvidar con facilidad...- Dije con un tono serio un tanto amenazante mientras de pie, le acariciaba lentamente la ingle. Aunque claro, no descartaba utilizar obliviate después para evitar que ella le contase a nadie...

Seguía acariciándole lentamente la ingle, bajando por la pierna... No me apetecía ahora, simplemente quería juguetear con ella, pero primero quería hacerla temerme ya que parecía no tener mucho miedo en ese momento y así no tenía gracia alguna, al menos no para mí... Otras veces la que estaba en su posición suplicaba porque la dejase marchar, o lloraba por su vida sin saber que luego después de todo simplemente haría lo que me plazca puesto que era yo la que no estaba atada y ella era la indefensa en ese momento y no estaba en una posición para pedir nada o desear algo.

La escuché hablar, aunque sin prestar mucha atención a lo que dijese en aquel momento me dediqué a escuchar simplemente el tono de voz con el que hablaba, y no era muy convincente para mí, parecía estar deseando algo... Deseando algo que mientras ella lo quisiese no lo tendría así que, me subí sobre su cuerpo quedando de rodillas, varita en mano y la acerqué a su cara. -Señorita Russo, si no la autorizo a hablar, no hablará...- Dije con un tono algo enfadado frunciendo el ceño mientras pensaba algún modo de hacerla escarmentar.

La tomé del mentón con una mano y con la otra acerqué la varita más todavía. -Palalingua.- Conjuré en voz baja para que su lengua se pegase a su paladar y no pudiera emitir palabra alguna, salvo esos gemidos característicos de alguien que no puede hablar... Así prendería a no hablar si yo no le daba permiso para ello, quizás la chica no era cosciente en aquel momento... Pero durante aquella noche, y seguramente después se convertiría en mi sumisa. -Eso te servirá de escarmiento... ¿Lo has entendido?- Dije con un tono algo burlón ya que no podía responder salvo con algún gesto leve...

Había estado buscando algo con lo que descargar la tensión de ser la nueva profesora de Transformaciones y aunque no quisiese en un principio nada con una alumna ella había insistido mucho en pasar una noche loca, y la pasaría... Pero no de la forma en que ella se imaginaba o le gustase aquella noche que quería pasar, en cambio, por el contrario yo me lo pasaría bastante bien en aquel momento y pensar qué hacer al respecto para que luego no pudiera chantajearme por esto buscando aprobados o algo, era lo que menos me importaba puesto que podía recurrir a varias cosas, obliviate y hacerla olvidar la noche o ciertos castigos que utilizaban antes en Hogwarts para hacer escarmentar a ciertos alumnos indisciplinados...

La miré con una sonrisa juguetona y comencé a mordisquear su cuello lentamente, dejando un rastro rosado del color del pintalabios que todavía no me había llegado a quitar porque la joven Russo la había interrumpido antes. Recorriendo todo su cuello de arriba abajo incluso mordisqueando el lóbulo de su oreja para pasar lentamente a besar la comisura del labio de aquella joven presa que había decidido tener aquella noche... No quería ir demasiado rápido para que ella se quedase con las ganas todavía, y no iba a meterle la lengua ya que ella no podía usarla.

Me levanté y salí de la cama para acariciar su vagina de una manera lenta y más cómoda para mí claro mientras no me cansaba de escuchar sus gemidos de impotencia ante mí, unos gemidos que a decir verdad me encantaba escuchar, pese a que se notase tanto que ella seguía queriendo hacer algo en la noche decidí darle la oportunidad de poder hablar de nuevo, sólo si era buena. -Hablarás sólo cuando yo te pregunte o te lo permita... ¿Queda claro? De lo contrario te dejaré así toda la noche...- Comenté cariñosamente ladeando la cabeza, no lo había pensado antes, pero era la noche de un viernes y teníamos todo el fin de semana libre de clases y esas cosas... Si no me agradaba podría dejarla aquí atada y en estas condiciones hasta el domingo... Al menos eso pensé mientras una sonrisa malvada se hacía notar en mi rostro.

Observé cómo ella seguía queriendo más y me detuve marchando de nuevo hacia mi mesa y sentándome sobre ella, no sin antes quitar algunas cosas de encima, no me apetecía clavarme ciertos objetos ahí detrás... A lo lejos, viendo cómo ella me miraba, le sonreí juguetona de nuevo pero sin llegar a ir hacia ella, quería torturarla con lo que ella quería en aquel momento, que quería sexo... Me las ingeniaría para que no lo tuviera hasta el último momento. -Señorita Russo, le voy a hacer una pregunta... Simplemente limítese a asentir o negar con la cabeza.- Dije desde la mesa mientras me quitaba lo único de ropa que me quedaba, el sujetador y las medias... Ya daba igual si ella me veía completamente desnuda o no.

Agité mi varita haciendo que las luces del cuarto dieran una luz con una tonalidad algo más oscura y las velas que había allí quedasen encendidas. Me acerqué a la puerta y eché el pestillo de manera que si alguien intentaba entrar no pudiera hacerlo... Ni si quiera oírnos puesto que todos los despachos de profesores estaban insonorizados. -Bien, ahora estás en mis "garras..."- Dije haciendo un pequeño énfasis en la palabra garras. -Serás mi sumisa, no digo que lo seas de una manera fija... Pero sí por un par de días. ¿Qué respondes?- Pregunté mientras caminaba hacia la cama lentamente y completamente desnuda para que ella contestase según creyese conveniente, aunque si decía que no lo acabaría siendo aunque de una manera forzada, tal y como había dicho, quería una noche inolvidable y la iba a tener, ya fuese buena o mala...

Al pie de la cama esperé su contestación mientras agitaba mi varita sin hacer ningún tipo de magia, esperando una respuesta para hacer una cosa u otra... Aquella noche yo era quien tenía la sartén por el mango... La tenía completamente indefensa, atada y con mi varita a mano para hacer miles de cosas según lo creyese conveniente. Aunque no era la primera noche en mi vida que hacía algo parecido, sinceramente...

Le sonreí con la característica sonrisa maliciosa que había utilizado antes, le había dado una oportunidad de hacer las cosas bien durante aquellos dos días, además de que en el despacho de un profesor no había problema alguno con ninguna necesidad primaria, como por ejemplo la alimenticia, allí podía aparecer comida como en el gran comedor y aquellas cosas que siempre me parecieron curiosas pero nunca entendí teniendo sitios específicos para esas cosas.

Suspiré al verla negar, y negué yo lentamente con mi cabeza emitiendo un leve gemido de disgusto y sin todavía moverme de donde me había puesto, al pie de la cama. -Tch, tch, tch... Respuesta incorrecta...- Dije dándole un leve golpe en su muslo, ahora me veía tentada a castigarla físicamente aunque no quería dejarle marca alguna por las preguntas curiosas que podrían surgir. -Es una señorita un tanto extraña, Russo...- Dije negando todavía con mi cabeza moviéndola lentamente de un lado a otro. -Primero, usted viene en la noche a buscarme... Segundo quiere e insiste en pasar una noche conmigo... Y tercero, cuando le doy la oportunidad de pasar no sólo una noche, si no dos días... ¿Se niega?- Pregunté retóricamente, ya sabía que ella no podía hablar.

Froté mis manos y relamí mis labios. -Señorita Russo, lo que no le dije es que... Quisiera usted o no, soy yo quien manda... Y si yo digo que será mía durante dos días, lo será y punto... No ha querido responder correctamente a la pregunta, no le permitiré hablar en toda la noche.- Susurré dándole otra cachetada, esta vez cerca de la ingle, no podría ni hablar, ni utilizar la lengua...

Me mordí el labio inferior pensando infinidad de cosas que podría hacer con mi prisionera... Obviamente no la mantendría toda la noche, la tendría allí probablemente para bastante más tiempo, primero que ella fue que tras intentarlo consiguió calentarme y después de que me molestase no la dejaría ir de rositas, obviamente... Además, le haría pagar caro el ultraje que suponía cuando le daba la oportunidad de elegir se negase, aunque tenía pensado hacer lo que haría de retenerla ya fuese con su consentimiento o contra su voluntad, no me esperaba un no realmente... No al menos después de lo que había insistido en pasar aquel tiempo conmigo...

Comencé a acariciar con mi mano su entrepierna, sin hacer nada más mientras con la otra mano, con la varita acariciaba su muslo pensando en hacer algo con la que era mi nueva prisionera, joven y después de lo visto aquella noche... Algo viciosilla, así que podría sacar algo de diversión de aquellos dos días. -Relájate...- Susurré mientras le daba una nueva cachetada en su propio sexo y hacía un leve gesto de muñeca con la varita para hacer aparecer una fusta de cuero, bueno... Mí, fusta de cuero.

Sonreí maliciosamente mientras daba un par de pasos al costado y me quedaba fuera de la cama acariciando su vientre con la punta de la fusta. -Vamos a jugar un poco...- Dije entre risas mientras golpeaba sin mucha brusquedad uno de sus pechos, tenía decidido a enseñarle modales a la joven Russo para que no fuese pidiendo esas cosas a diestro y siniestro.

FUSTA:

Aún sin mirar su reacción me dediqué a dejarle algunos azotes con la fusta desde sus pechos hasta incluso el costado, buscando una de sus nalgas... Los golpes no eran nada suaves, lo suficientemente fuertes como para causarle dolor pero sin dejar marca, aquel placer que me invadía al escuchar sus gemidos de dolor era indescriptiblemente placentero para mis oídos, verla luchar contra unas cuerdas mágicas que no la soltarían hasta que yo lo quisiese sin poder sobarse la zona dolorida, lo cuál era molesto y sin poder decir ni una palabra ni si quiera para quejarse del dolor...

Era todo tan hermosamente siniestro que decidí darle una segunda oportunidad de salvar su lengua y poder hablar, claro está... Cuando yo se lo permitiese. -Te haré una nueva oferta, lo mismo de antes... Sólo asiente o niega...- Dije mientras volvía a golpear con la fusta, esta vez en su vagina. -Obedéceme en lo que te mande, y quizás no recurra tanto al castigo físico.- Propuse mientras volvía a golpear su vagina, dos golpes seguidos en el mismo sitio la harían rabiar de dolor. -No quiero dejar marcas en tu cuerpo... Todavía.- Reí de una manera un tanto macabra, ya había sacado por completo mi lado dominante y ella se arrepentiría de haber osado provocarme un calentón.

Sonreí al escuchar su respuesta, ya había imaginado que no era tan tonta de volver a decir que no estando en las condiciones y en la posición en la que estaba... Volví a azotarla con la fusta mientras seguía riendo, aprovecharía al máximo la insonorización del despacho de un profesor con mucho gusto. -Muy bien, te permitiré hablar de nuevo... Con una condición...- Sonreí de nuevo con aquella malicia con la que le había hecho la oferta. -Hablarás sólo cuando yo te lo permita, y te dirigirás a mí como Ama Nuray, ¿Queda claro?- Concluí frunciendo el ceño, obviamente no me podía responder todavía porque no le había retirado el hechizo pero lo dije para que cuando lo hiciese no cometiese ningún error... Porque lo pagaría caro.

Apunté mi varita hacia ella y la agité bruscamente haciendo que su lengua ya no estuviera pegada al paladar y así pudiera articular alguna palabra, no sólo gemidos que aunque me encantaban, me ponían un tanto nerviosa después de tanto tiempo escuchándolos. -Recuerda las condiciones si no quieres que a parte de volver a pegarte la lengua al paladar te selle la boca por un tiempo indefinido.- Advertí agitando mi varita sin intención de hacer magia para que le quedase claro, por si todavía no lo había entendido, quién mandaba....

Volví a hacer uso de la fusta, golpeando de nuevo en sus pechos para verlos botar una y otra vez, tanto que dejé su carne en un color rojizo cuando paré, dejando de lado en la cama la fusta y situándome otra vez de nuevo sobre la joven Russo comencé a frotar y sobarle los pechos después de aquello. -¿Ves? Tampoco es tan malo.- Dije con una sonrisa mientras seguía sobándolos y le daba un beso en la comisura del labio.

Seguía a lo mío, masajeando sus pechos con suavidad y dulzura para compensar el más que evidente daño que le había hecho al golpearla, sólo bastaba con ver el color rojizo que le había dejado a su busto... Al ver cómo babeaba mirándome, y se le escapaba una baba de la boca la tomé de la mandíbula con una mano sujetándole la cara para acto seguido tomar con un dedo la saliva que había caído de su boca para meterle el dedo en su boca devolviéndosela, no me apetecía para nada que manchase mi cama con aquel tipo de fluido, ese al menos no.

Después de meterle de nuevo su propia saliva en su boca volví a besar la comisura de sus labios mientras llevaba la mano hacia trás, buscando su sexo e introduciendo mi dedo en su vagina, que ya estaba no sólo caliente, si no toda mojada ya y aproveché eso para observar el compromiso que ella había aceptado impregnando mi dedo con sus fluidos vaginales y lo puse justo frente a su cara. -Quiero que chupes mi dedo...- Sonreí juguetona mientras con la otra mano la azotaba de nuevo en la única parte de sus nalgas que se veía.

Saqué mi dedo de su boca y lo llevé a la mía mientras frotaba mi vagina la cuál ya estaba empezando a estar mojada con su vientre... No sería ella la única que haría ciertas "cochinadas" obviamente yo también tenía ganas de pasármelo bien, aunque mi concepto de diversión en cuanto al tema del sexo se refiere era un tanto diferente al que solían tener los demás, después de lamer mi dedo lo llevé a uno de sus pezones... Aprovechando la excitación más que evidente ya que los tenía como una piedra y comencé a apretarlos suavemente buscando hacerle un poco de daño.

Me incliné besando fugazmente sus labios, sin darle tiempo a pensar en utilizar su lengua y volví a morder el lóbulo de su oreja buscando provocarle un calentón mayor al que se notaba que la joven Russo ya tenía y volver a dejarla con la impotencia de no hacer nada, ni si quiera tocarse. -¿Sabes? Dos días me parece poco tiempo...- Dije con una sonrisa juguetona. -¿Tú que opinas?- Le pregunté mientras volvía a azotarla por diversión, esta vez con la mano en un pecho para divertirme viendo cómo botaba.